Es el rey.
Acertar con el sofá para que sea cómodo, que se ajuste a las necesidades de todos los miembros de la familia y encaje con el estilo decorativo deseado requiere un profundo análisis previo que incluya cómo nos gusta sentarnos o tumbarnos, número de plazas, dimensiones, volumen, etc. Así, cuando finalmente vayas a comprarlo, será más fácil que no te dejes llevar por uno de líneas rectas y respaldos bajos –por fantástico que se vea– si ya sabes que te gusta apoyar la cabeza o incluso echarte una cabezadita en él. Además, no olvides sacar el metro porque ese sofá que se veía genial en la tienda –amplia y de espacios abiertos– puede resultar un mamotreto en un salón estándar o de planta estrecha.